Este maldito inconsciente.
El mosquito que sobre vuela mi cuerpo aún no puede aterrizar… Quizá la ventana que dejé abierta para escuchar al mundo de afuera le crea mucha turbulencia en mi espalda y le impide acercarse. Me pregunto si por culpa del viento esta noche el mosquito muere de hambre, en todo caso ¿Yo por qué tendría que sentirme culpable? pues si muere o sigue vivo eso solo quedará en algún rincón de mi inconsciente.
Estoy seguro que el consiente y el inconsciente fueron buenos amigos algún vez, de pronto quizá por alguna razón de jerarquías se dieron la espalda y empezaron a complicarle las cosas a los seres humanos. Me gustaría al menos reconciliar a los míos, a ver si así es más fácil encontrar las cosas que se esconden en mi cabeza. Me pregunto si allá adentro el inconsciente tiene un decorado distinto al consiente, si tendrá los mismo colores o tal vez los mismos muebles, la misma posición de la cama o del baño, saber si manejan el feng shui o la televisión por cable. Sería realmente prodigioso poder llegar allí dentro y sentarse en una silla frente a la ventana donde observas tu vida, y descubrir en los gabinetes de un buró los secretos que te ocultas a ti mismo. Sería realmente divino poder lograr que el inconsciente dejara de ser tu propio político que nunca te dice la verdad. Pero lamentable y crudamente esa es solo la fantasía sexual de cualquier consiente… y mientras yo siga aquí haciéndola presente en las letras, creando olas en las sábanas y restándole segundos al sueño, el mosquito que aún intenta aterrizar en mi cuerpo en algún momento lo logrará o se dará por vencido… y mientras tanto, nada cambiará, seguiré cansado de esperar por mí mismo, me daré una vuelta, me dejaré seducir por esta noche lluviosa y dormiré, para levantarme por la mañana extrañado por mis sueños haciéndole las mismas interrogantes al señor que vive justo detrás de mi frente… este maldito inconsciente.
David Jesús Gradí.
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