Sobre la lucha Venezolana...


Hacía tiempo que no me daban las líneas para escribir algo sobre mi país. Quizá por cuestión de desdén a resultados truncados una y otra, y otra vez, uno se va alejando… uno se va como auto-censurando, de ideas y de análisis que no pasan de ser círculos ociosos en un teclado desocupado. De todas formas, aunque sea difícil mantener una esperanza, si uno se deja ganar por ese sentimiento de que todo está perdido no le hace daño a nada más que al país. 

Además de la desesperanza, opinar sobre política es ya de entrada un tanto complejo, sobre todo en nuestros -nada nuestros- tiempos. En el mundo se tiene peso si es protagonista, no espectador, y si a eso le agregas que eres joven, ya es un tanto peor, sobre todo porque al joven le viven exigiendo, para opinar de política, la experiencia de los años que no carga encima. Ojalá uno hubiese nacido en aquellas generaciones que se armaban hasta los dientes defendiendo una ideología, ojalá hubiese uno vivido guerrillas, guerras de bombazos, para que escribir desde la comodidad de un computador costoso sea más de verdad que pincelazos a lienzo blanco. 

Fíjate, alguna vez yo llegué a pensar que no haber vivido estos escenarios, o no contar tampoco con la instrucción académica correspondiente, desacreditaba mi visión de las cosas. Pero algún otro día, también, llegué a asomarme a la realidad de que simplemente, en mi presente, sigo viviendo como todos nosotros las anomalías de nuestro mundo "profundamente democrático". Y si al final de ese día “los que saben” no están llevando a la nación a donde debería de ir, nuestras voces todas, están automáticamente acreditadas, sin maestrías ni guerrillas en la espalda.

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Déjame empezar éste párrafo con una verdad dolorosa; de nada nos sirve un análisis… se tenga la edad que se tenga. Vivimos analizando porque no tenemos el poder de cambiar las cosas, por eso también, quienes las cambian, no se molestan en analizar algo. Ahora bien, a la hora de opinar del país debemos ya mirar más allá de si tenemos el poder o no, más allá de si podríamos cambiar algo o no, más allá de si el análisis “vale la pena” o no. Creo que primeramente habría que darse un abrazo y aceptar con endereza lo no modificable… y desde allí, compartir con quién se pueda las miradas propias; de todos se aprehende algo, y todos aprehenden algo de nosotros. No hay necesidad de esperar por las palabras de Leopoldo, o las de Lorenzo Mendoza para compartirlas en una red social y tener algo que colocar entre comillas. Estoy hablando de todos. Si usted expone sus puntos de vista, otro coincidirá con la mitad de todos ellos, o una cuarta parte… eso además le despertará a quién recibe su opinión, la suya propia… y éste será vocero a otros oídos, con los que se repetirá el proceso… y así, de visiones en visiones los diagnósticos son más sanos, más fríos, más racionales… menos prestados… y así somos útiles, para nuestras afueras y para nuestros adentros. De entrada ya con esto se le hace frente a la realidad de que analizar no nos sirve de nada, y solo a partir de este principio podemos nadar en los mares de las opiniones. Validarnos y darnos crédito en nuestros propios diagnósticos del país, es algo que al venezolano le falta… porque estamos siempre a merced de los guiones de nuestro mundo político. 

No es mi intención en éstas líneas retractarme de cosas sobre las que opiné con anterioridad sobre la situación política del país, específicamente de las acciones de la oposición, que siempre he catalogado de imprudentes, pero si me parece sensato recapacitar sobre algunos aspectos, porque cada vez que desde mi visión de las cosas juzgué las acciones de la oposición, no tomé muy en cuenta a qué le respondían. Y no, no me refiero a responderle a intereses económicos internacionales, me refiero a esa porción de respuesta al clamor ciudadano. ¿Dónde ha estado el venezolano en la ecuación?, ¿Qué papel ha jugado el venezolano que a apoyado todos esas imprudencias?, porque es muy fácil ahora señalar traiciones, cuando de entrada los escenarios traían auto-decepciones. A este punto supongo que la decepción es un mecanismo de defensa, lo que queda es apuntar el dedo hacia aquellos que contaron los pollos antes de nacer cuando tú pedías a gritos que te los contaran. Hoy me deja verdaderamente perplejo ver a aquellos que están “decepcionados” con la Mesa de la Unidad, de verdad no lo entiendo. ¿No parece ese un escenario Chavista hoy decepcionado de Maduro?, ¿No es la decepción una llamada a darnos cuenta que de entrada las jugadas nunca fueron prudentes?, una llamada a darnos cuenta, que de entrada, lo prometido no tenía practicidad, realidad, ni país. Que de entrada lo propuesto era matadero político, sucesión sucesiva de egoísmos alborotados. Así como hoy algunos se quejan de Nicolás Maduro, aún cuando subieron a Hugo Chávez a un altar… así, el mundo opositor reprocha a la MUD toda. 

Alguna vez hubo una mente que sugirió prudencia cuando Leopoldo López salió a la calle con aquella bendita “salida”; Henrique Capriles se había manifestado preocupado, y, ¿Que pasó?, fue tildado de pendejo con su “el tiempo de Dios es perfecto”. Yo personalmente nunca he estado tan de acuerdo con su proceder como funcionario público, porque para entonces, ante la monstruosidad de nuestro mundo inmediato, esas eran jugadas egoístas. Porque ante tales realidades que vivía el país, esa era ficción peligrosa. Y el tiempo nos lo han contado; hemos mantenido este gobierno a base de cero racionalidad y competitividad para hacer un análisis de practicidad en nuestro mundo político. ¿Qué es más práctico?, ¿Qué no lo es?, tan sencillo como eso. Ahora algunos hablan de abstención, algunos dicen que no vale la pena ir a votar, ahora, la especulación de que el CNE es un fraude está más viva que nunca… yo insisto en que el único fraude han sido, precisamente, todas las especulaciones, con las que la MUD (ni siquiera el partido en un todo, si no ciertos individuos) nos amarró tantas veces, drogándonos de probabilidades ilusas, ¡Y toma tu constituyente!; la mía, la nuestra, la de todos, por el pecho, sin respeto alguno. 

Por allá en un país norteño llamado México, un pueblo le ha dado a América Latina un ejemplo de disciplina a la lucha política, que yo creo Venezuela debería mirar si estuviese más conectada con su continente. En el año 2006, Lopez Obrador de candidato opositor perdió las elecciones (se las robaron), y después las perdió en 2012, 6 años después… (se las robaron). De esos fraudes electorales hay pruebas físicas, incluso en voces de funcionarios que participaron desde los partidos hegemónicos, no como en el caso Venezolano, en donde los fraudes se oficializan sobre percepciones populares. En fin, López Obrador hoy, 18 años después de su primer intento presidencial, va ahora por una tercera vuelta. En todos estos años, ni una sola vez llamó a la calle para tumbar el gobierno inconstitucionalmente, ni una sola vez arriesgo las vidas de un mexicano, y su movimiento no se ha caído, cada robo electoral ha sido impulso a seguir luchando, incluso sumando más. Si desde ese ejemplo miramos adentro a éstas luchas esporádicas nuestras Venezolanas, ¿No le llamaron ‘marico’ a Capriles cuando perdió las elecciones?, que bolas ¿no?, un ‘cagón’ el pana, se dejó robar las elecciones… y dos días más tarde se movieron al próximo grito de la moda, con la bendita “salida”, y así se fue rodando de salvador en salvador. ¿Quién sería hoy Capriles si nos hubiésemos dejado de sueñitos absurdos de que las luchas son de a coñazo?, ¿Cómo veríamos, y donde tendríamos hoy a la oposición, si hubiésemos abrazado paciencia?, ¿Dónde estarían hoy nuestras luchas, si hubiésemos tenido la disciplina y responsabilidad de seguir y concientizar al país, durante años, con la lucha única de la mano de Radonski?. 

Pero resulta que cuando Henrique Capriles trató de traer a la mesa un poco de sensatez, no nos gustó, nos pareció tonto, agachado; las auto-decepciones son mortíferas, y además revelan grandísimas cosas sobre nuestra sociedad, como por ejemplo, ser tan sensibles a la realidad y a la racionalidad. Preferimos denigrar el más seguro sistema electoral del mundo, que aceptar que hay cosas de fondo que no están siendo tomadas en cuenta… de ahí que no podamos entender, que cada que cambiamos de lucha, y de cara, devolvemos el reloj. Por eso estamos hoy como cuando Manuel Rosales era candidato. 

Cuando miramos a los funcionarios públicos hay que también primero aceptar al humano que tenemos enfrente, y lo humano que su mandato o su intento presidencial será. Buscamos a quien no nos mienta y haga justicia, de entrada dos cosas imposibles… en vez de mirar a aquellos que ante los escenarios descabellados llaman a la sensatez, eso ya es ganancia. Hay que aceptar  también la realidad de la individualidad en el poder amigo, hay que aceptar que hay intereses que se juegan por encima de nuestros derechos ciudadanos… siempre habrá corrupción, siempre habrá privilegiados, por los siglos de los siglos, amén. Yo no quiero hacer una llamada a que esto no debería acabarse, yo quiero tanta justicia como tú, pero no podemos ya a estas alturas enclaustrarnos en ideologías ilusas, o buscar la justicia toda, porque lamentablemente en nuestro mundo moderno toda justicia es bandera, y las banderas excluyen, son completamente individuales en su aparente colectividad, y porque simplemente nada en el mundo político es verdad. Nada. Y será solo verdad cuando al funcionario en turno le convenga.

-La popularidad implica convencer, interesar, rebatir, discutir, e incluso a veces, actuar. Y en un mundo tan complejo como el nuestro estos verbos solo pueden conjugarse a favor o en contra de alguien o de algo. Por eso el hombre popular siempre está, aún a su pesar, pisoteando intereses, tradiciones, formas de ser y susceptibilidades arraigadas-. 

Escribía Enrique Congrains Martin a finales de los ochenta.

A día de hoy nos urge un cambio de gobierno, siempre nos ha urgido, y si le damos la mano a esa ociosidad justiciera, nos seguirá urgiendo. Yo mismo tengo que confesar que no he sido exento de ese furor, más de una vez me tenté en no mirar a lo práctico, más de una vez, buscando justicia, endereza, honestidad, la paz mundial... pensé, opiné, escribí, que un candidato no era lo suficientemente "digno" para el poder… y repito que no quiero hacer un llamado a que esas cosas no existan, pero no vivimos 300 años, yo mismo he tenido que aceptar la realidad de que para nosotros el tiempo es un segundo, y en un escenario como el nuestro todas las ideologías han demostrado ociosidad y estancamiento absoluto. No nos hemos movido… aunque la oposición urja un cambio, sigue en la repetición de ofrecerle luchas instantáneas al país, y nosotros en ese clamor instantáneo, porque si no es instantáneo no vamos a prestarle atención. Queremos lo inmediato, pero ahora nos abstenemos, seguimos esperando un príncipe azul, nos decepcionamos de la MUD, así ¿Como ganar ese cambio?; lo que en 2013 se logró con Capriles en tan corto tiempo y con la todavía cercana muerte de Hugo Chávez -y esto que no se olvide-, demuestra la capacidad que tenemos los venezolanos de juntar fuerza de manera masiva y con asombrosa inmediatés. ¿Por qué la decepción al mundo político nos decepciona de nuestro poder?, ¿No han demostrado ya ser dos cosas diferentes?… hasta por ensayo y error, ya se ha demostrado nuestro poder en las urnas, y la velocidad de nuestro sistema. 

Basta de pedir garantías, de pedir que nos cuenten los pollos antes de que estos nazcan, de buscar la galletita, el caramelito… no, del mañana no sabemos nada, lo que tenemos es hoy, y nuestro hoy está muerto, asfixiado, en receso, con cero competencia, con cero poder adquisitivo, en hiperinflación, con familias separadas, con un cáncer de corrupción. Nuestro hoy está estancado en ideologías absurdas que han perdido todo foco, que ya rechinan, que no nos dejan vivir en la normalidad que vive el mundo en el año 2018. Si no hubiésemos tomado la posición de insultar y denigrar lo que se logró en 2013, si no nos hubiésemos decepcionado entonces, hoy esa lucha tendría la fuerza de sacar a Venezuela adelante. 

En efecto, no estoy a falta de información, sabemos todos que Capriles está ahora inhabilitado, por quince años, pero lo que me interesa puntualizar son las luchas, ¿No es la inhabilitación de Capriles, el resultado de nuestro propio desprecio?. Esto hay que mirarlo en perspectiva; ese orgullo que se dejó abandonado por la obsesión a la inmediatés del venezolano es lo que ha hecho también, que sediento de población votante, Capriles saliera de giras a recibir apoyos económicos de gobiernos extranjeros sin el debido proceso… eso es lo que hoy lo tiene inhabilitado, y en el marco de las decisiones políticas de la oposición toda, eso es lo que no nos deja avanzar, el cambio de luchas; a las luchas hay que llevarlas, con las luchas -sensatas- hay que casarse; nosotros tenemos el poder único de la popularidad de los funcionarios públicos, esto en Venezuela se cumple a cabalidad, casi se gana una elección en una campaña de menos de un año con un candidato improvisado, no sé cuantas veces tengo que repetir esto, pero es que fue un grandísimo logro por donde se mire. Ese logro tenía que hincharnos el pecho y seguir esto quizá por cinco, por diez, o por quince años… porque repito, y disculpe usted que insista, cada vez que nos cambiamos de lucha devolvemos el reloj. No nos hemos deshecho de este gobierno, porque siempre, siempre, devolvemos el reloj.

Es momento de enseriarse, hay quienes ahora miran a la abstención, ¿Vamos a seguir con los jueguitos de “ya no te hablo”?, ¿A donde nos ha llevado eso? ¡¿A donde nos ha llevado esta emocionalidad excesiva?!, reconozcamos que es lo más venezolano que tenemos, ¿No tomaba Chávez las desiciones así?, todo le dolía por debajo de las uñas, era berrinche puro y duro. Aquel famoso "exprópiese" es tan visceral como un "no voy a votar", porque nace de la falta de querer mirar a ambos lados del camino, de analizar, de mirar con perspectiva de nación. Y hoy por hoy, ¿Que mierda estamos haciendo con el país?… seguimos esperando “el escenario perfecto”, el no irregular, ese con el sueño de ver a Maduro en televisión pidiendo perdón, “¡pagarán pagarán!”. Sí, pagarán… lo que sea, eso no debería importarnos. Si de verdad el día de mañana los bajamos de ahí, al diablo si la pagan o no, en el mundo el que la hace la cobra, no la paga. Hay que dejar la ociosidad justiciera y moverse.

En la seriedad tenemos que aceptar que nada cambiará a corto plazo, la inflación no va a bajar en dos años, las cosas no volverán a la normalidad de manera inmediata, ¿Tú crees que nos va a tomar tres años recuperarnos? ¿Seguimos soñando?… si la oposición hizo o no hizo nada al ganar el parlamento no importa ya tampoco, insisto con esto en la auto-decepción, y en la ecuación ociosa y repetitiva; si la MUD no nos proponía un cambio inmediato al tomar el parlamente, no le votábamos, y al llegar al estrado, por supuesto, todas esas propuestas ilusas fueron imposibles de llevar a cabo, y entonces si señalamos, entonces si decimos también que la otra cara de la moneda es una farsa. Primeramente, ¿Por qué creernos que el gobierno saldrá en seis meses?, ¿Por qué creernos que el desabastecimiento acabará, cuando eso solo puede atacarse si se cambia el ejecutivo?… Hay que enseriarse, hay que pensar en practicidad, ya, es urgente, hay que hacer una llamada a la racionalidad, a abrazar de una vez por todas lo que no será para nada inmediato, ni estará lleno de justicia y valores. Hoy, ayer, desde hace casi ya veinte años, contrario al gobierno solo tenemos un escenario, ¿Tomamos ese escenario ya por fin o dejamos intocable al gobierno? ¿De verdad, vamos a abstenernos?. 

Ya sé que quizá ésta sea nuestra elección más desalentadora, pero desde mi teclado costoso a mi solo me gustaría, que todos recapacitáramos en nuestras luchas, nuestras decepciones, y nuestra falta de tolerancia a los escenarios verdaderos, pero lentos. Éstas próximas elecciones podríamos darnos alguna paz, podríamos regalarnos la sacudida emocional que necesitamos, este podría ser otro instante de triunfo que nos va a cambiar la vida. Dejémonos de pedir democracia, no permitamos que se nos tilde como “votos castigo”, como si no nos es posible tener nuestro propio entendimiento de las cosas y nuestra conciencia para diagnosticar al país, como si nuestro drama tiene que reducirse a los problemas internos de los partidos políticos dejando de lado el hecho de lo atrasada que tenemos a Venezuela en toda materia posible. Necesitamos incluso, más perspectiva; olvidémonos de democracia, en el mundo no existe, el voto no es un ejercicio democrático, es un ejercicio para mera transición de poder, nunca estamos votando para recuperar democracia alguna, votamos para una mera transición. Entonces, terminemos de mover al país, ésta vez, que ya nos gobierne otra gente que esté más interesada en mantener una paz, así sea una paz para con los mercados internacionales, pero algo que nos traiga un poco más de futuro, en general, abrazar lo menos peor. Hay que acabar con las expectativas arraigadas a la auto-decepción. Hay que perdonarse por haber apoyado tonterías… y mover al país. Porque en estos tiempos ya solo se trata de una transición o de un gobierno de clara perpetuación eterna, y siempre se ha tratado de lo mismo, y siempre nosotros hemos tenido el poder, todavía hoy, nosotros debemos tomar esa decisión… y si ahora le abrimos la puerta a la decepción, por abstención dejaremos todo esto las manos de quienes ya controlan el país. Es mejor lanzarnos a la muerte con a una derrota en la mano, que con la inacción... porque las derrotas siembran y la abstención riega lo ya sembrado. 

Éste gobierno debe irse, y punto.
¡Éste gobierno tiene que irse, y punto!.

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