Venezuela, la inevitable verdad*.

Gracias infinitas a mi madre y a mi padre, Venezolanos de altura, que conversaron extensamente conmigo las ideas expresadas en este texto y en particular a papá, por su aporte en el manejo de la lengua.


*Sé que hemos sido muchos, a lo largo de la historia, los que hemos querido apropiarnos de la verdad VERDADERA, que al final no queda probada porque cada quien, a pesar de tener su verdad, no puede hacerla valer ni demostrarla. Incluso si triunfara en ello, aún el otro adversario cuestionaría esa verdad porque la suya es la VERDADERA verdad. Al final, la verdad VERDADERA, queda en el anonimato.


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    Una pregunta frecuente que se le hace al Venezolano en el extranjero es : “¿Por qué no salen de Maduro?”. Es una pregunta un tanto irónica y fastidiosa por variadas razones, comenzando por la de que las personas sin profundizar en el tema creen conocer de antemano la respuesta (porque somos bobos). Pero es una pregunta igualmente incómoda por la complejidad que presenta de poder ofrecer una respuesta concreta que, de ninguna manera puede ser rápida.

    Venezuela es un ensayo completo del llamado “modelo del queso Suizo”, con el cual se trabaja mucho en materia de accidentes aéreos, según el cual todas las cosas que pueden salir mal, salen mal, hasta llegar a lo catastrófico.

    Para continuar utilizando esa analogía, a todos los aviones puede fallarles algo, todo piloto puede cometer errores, todo vuelo está expuesto a condiciones meteorológicas adversas, en cualquier aeropuerto pueden ocurrir errores en pista… pero que todas las variables, anteriores, converjan en un accidente fatal, es bastante difícil.  Solo una vez por cada millón de vuelos se accidenta un avión: Venezuela es ese avión. De manera que no podemos explicar o dar la respuesta a la pregunta sin considerar su complejidad, sin que una cosa vaya a contradecir a la otra, o sin que un personaje trascendental de la historia, no vaya directamente a pasarse, en un minuto, del lado supuestamente bueno y justo de la historia y de las cosas al otro lado, presuntamente, negativo e injusto de ellas. En todo caso, sin intentar ser o parecer imparcial y objetivo, quiero contestar, sino es que a ustedes, a mi mismo, el por qué “no salimos de Maduro”. Una historia compleja, de elásticos y camaleónicos problemas, donde todas las “buenas ideas” siempre han sido ideas incompletas.


I. La envidiable.


    La Venezuela a la que a todo el continente le gusta recordar, porque entonces no era socialista y nos la envidiaban, basó toda su economía en el gasto corriente, un país monoproductor que dependía de la sola renta petrolera, que no supo diversificar sus ingresos. Gobierno tras gobierno, cual simple ciudadano con poco o mucho acceso a esa riqueza, mal repartida por cierto, gastaba porque tenía con qué, pero nunca pensó en el futuro.

    Décadas de déficit fiscal, es decir, excedente en el gasto público, sin controles, aunado a una pobre y escasa inversión social a futuro, factor económico este último, que desencadenó graves sucesos socio-históricos y políticos que terminaron por desacreditar las pocas o muchas bondades del sistema democrático, imperante en Venezuela y desplazándolo del manejo del poder.

Mucha bonanza económica y fiscal sin una sana y técnica administración de los recursos; instalación, sin ningún tipo de oposición además, de un modelo de gestión económica que solo se concentró en financiar, con fundamento en el dinero y las promesas del petroleo, provocando, adicionalmente, que todo nuestro pulso financiero subiera y bajara con los humores mundiales, dejando una Venezuela vulnerable por todos lados y echada a la suerte de que quien controlara el petroleo, tal como ha quedado probado a través de los años, controlaría toda la vida política, económica y social del país. Como estamos desde hace años, que es en realidad mucho mas de veinte años.

Si bien, es cierto que, con el paso del tiempo, no puede negarse que en la famosa “Cuarta República” nuestro país contaba con muchas mas ventajas en términos sociales, todo siempre giró en torno a una especie de bomba de tiempo. Así mismo es innegable que, tales ventajas muchas o pocas, tampoco se han logrado ahora, 22 años después de Hugo Chávez y poco mas de 20 millones de Venezolanos después.

    Los gobiernos de la cuarta república se basaron en un pacto democrático (el pacto de Punto de Fijo) que dejaron desgastar por posiciones e intereses de otra naturaleza que nunca obedecieron al clamor de los habitantes de esta nación y porque quizás no entendieron la trascendencia y los lineamientos del famoso pacto. Gobernaron si, de espaldas a sus electores, habiendo renta, habiendo recursos inagotables, pero sin retorno económico alguno, porque no hubo planificación en inversión, ni diversificación de esas rentas. En pocas palabras, comprábamos (importábamos), entre otros malas prácticas, en vez invertir para que nos compraran a nosotros. Manteniendo cierta paz social a base de subsidio, en vez de abrirse a la inversión en el sector agrícola y ganadero. Producíamos láminas de plástico, y la mandábamos al extranjero para que nos vendieran el biberón.

En este sentido parte de nuestra historia empieza a disolverse, lentamente, como papel en agua, pues el Chavismo, al llegar a la toma del poder político, cogió impulso con cosas si se quiere, insignificantes, como la alfabetización del país -que desde el sentir de un enorme sector de la población desatendido por mucho tiempo constituyó, claro está, una grandísima hazaña-, pero no tuvo la reflexión de la visión económica, que era lo que el país pedía. Chávez llegó a maximizar una constante de todos los gobiernos anteriores, usando el gasto como pulso político de control y permanencia en el poder. Sumado esto además a una ruptura total del modelo de país de Estados Unidos, que le garantizaba flotabilidad en todos los aspectos de la vida y el desarrollo de la nación.

No nos faltan recursos, nuestra crisis no es por una escasez. Hugo Chávez y sus asesores o elegidos para gestionar el estado, se apalancaron en lo mismo que hicieron quienes gobernaron en los casi sesenta y cinco años de gobiernos anteriores… cual simple civil, gastaban porque tenían con qué, pero nunca pensaron, ni planificaron, ni gestionaron en función de un futuro a mediano y largo plazo, sino en un futuro inmediatista. Cabe acá destacar lo que alguna vez dijera el maestro Arturo Uslar Pietri: “Hay que sembrar el petróleo”. Una frase corta pero tan enormemente significativa que aún, al día de hoy, no la hemos entendido. 

No sé si se trate del Venezolano, no distingo del todo la similitud de ello y peco de hacer generalizaciones que puedo bien tanto atinar como errar… pero seguramente está ahí esa similitud, latente. Pareciera que lo que mas nos importa es lo actual, lo que brilla delante de nosotros, lo que nos lleva a tal estado de éxtasis que perdemos el norte que nos debe enrrumbar. Cualquier otra nación, digo yo, que no fuera de America Latina, tal vez hubiese hecho maravillas con unas tierras tan abundantes y productivas como las nuestras, pero en cambio, y muy lamentablemente, la constante de la ecuación en Venezuela ha sido siempre comprar la ilusión de la eficiencia y el desarrollo con el petróleo.

Alguna vez le escuché a Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, un gobierno que por cierto supo poner la eficiencia primero, hablar de John Maynard Keynes, un crítico del sistema capitalista que decía, que el principal dilema político de la humanidad, es combinar eficiencia, con justicia social y libertad. No se puede lograr la libertad sin justicia social, y no se puede lograr justicia social sin eficiencia.


II. Entre la espada (chavista) y la pared (opositora).


    En el mundo entero los gobiernos son despreciados, pero en la mayoría de países donde el ciudadano puede permitirse la protesta, la gente vuelve a casa con algo de comida, tiene agua, electricidad e internet efectivo para compartirle al mundo su opresión y el descontento que está viviendo, lo básico, que en Venezuela no existe, o existe pero con serias dificultades u obstáculos. 

    En la mismísima Europa, en lugares como Gran Bretaña, la electricidad a la que tienen acceso miles de personas es prepagada, si eres pobre no te puedes calentar. En países como Alemania se le está pidiendo a la gente que no se caliente en invierno, porque a su gobierno le dio la gana de involucrarse en un conflicto bilateral con Rusia. Los mas afectados; los ancianos, que sucumben a tales temperaturas. Estos ejemplos vienen a colación porque, precisamente, ya ni siquiera el gobierno Venezolano puede mantener la ilusión del servicio al pueblo, pues se ha convertido en cualquier otro gobierno de derecha odiado en el mundo.

    Aunque igual de odiado, ciertamente no se comporta igual. Este tipo de gobierno Europeo al menos inyecta capital a su propio cuerpo, son artífices de su propia dignidad. El nuestro en cambio es un gobierno que descuida sus alcaldías, sobre todo las que no son afectas a sus intereses, que le da migajas a sus soldados, y se inventa una milicia con sueldo mínimo y a su medida, pero que mantiene bien las altas esferas del ejército, que no se enorgullece de sus empresas públicas, a la mayoría de las cuales las deja echadas al olvido, al óxido y la corrosión. Nuestro gobierno no se desgasta, no está en todos lados ejerciendo presión ilegitima, sino que tiene en todos los puntos claves de poder a aquellos que la ejerzan por el manteniéndose estos de bajo perfil, como buenos edecanes, para conservar también su impunidad. 

    Hoy, Maduro está celebrando un operativo en una cárcel que claramente tuvo todas las “libertades” para que se dieran tan exagerados privilegios. El caso de Tocorón es un ejemplo de cómo el gobierno ignora deliberadamente las reglas para que otros sean quienes siembren el terror en su nombre. Es un circulo vicioso de siniestra conveniencia y repartición de poderes y botines, en donde lo único que mantiene mis libertades intactas, es que Nicolás Maduro siga en el poder, casi como un tonto útil. La concesión de los suelos en el arco minero, otro claro ejemplo, en el cual sin ningún tipo de metodología o estudio, se trazó una línea y se dio licencia para la extracción de minerales. De un Chavismo que le cedió toda tierra indígena a sus originarios propietarios por derecho natural e histórico, a un, como le llamo yo “lo que sea” político, que ni siquiera repara en que se daña el mismísimo parque Nacional Canaima, patrimonio Venezolano para la humanidad. Un desgobierno, que no le importa otra cosa mas que sobrevivir, a costa de lo que sea. El sistema de gobierno en Venezuela no es nada, es inexistente, en ninguna parte es derecha en ninguna es izquierda, no se define, pudieron ser rojos durante una década, y de la noche a la mañana pasan a vestir azul y rosado para encajar en las nuevas narrativas.

    Tan desdibujada e inactiva quedó la "ideología", si es que alguna vez de verdad la hubo, que hasta al sector privado, férreo enemigo del Chavismo, los empresarios, quienes fueron siempre vistos como saboteadores, se les ha tendido la misma oportunidad ahora, de existir para que el gobierno exista. Se dejó de cerrar sus negocios, de controlar ciertos precios, y se les dijo avanti, tanti auguri, avanti!, y de la noche a la mañana, un montón de gentes vendieron finalmente su conciencia y juraron mas nunca atacar al reino siempre y cuando logren facturar y sobrevivir.

    Eso, todo eso, es nuestra espada… y entonces, al otro lado, tenemos la pared; una oposición que carece de propuesta, que ha totalmente desperdiciado momentos de poder, que lleva años preparada para atacar la dictadura, pero no tiene ni idea de qué hacer después de tumbarla. Una oposición que carece de astucia y perspicacia proselitista, y que es percibida en la calle de manera fracturada, con una especulación “fifty fifty” de, por un lado, una oposición vendida al gobierno, en amistad con el mismo, que concluye que esa y no otra es la razón por la que el gobierno se mantendrá por siempre en el poder, y en el otro “Fifty” una oposición percibida como simple víctima de una dictadura, que no le permite y jamás le permitirá ejercer ningún cambio, que concluye que esa y no otra es la razón por la que el gobierno se mantendrá por siempre en el poder. 

    A mí me parece que no, que parte de seguir con este cáncer de gobierno es porque precisamente esta oposición no es un bloque de personas unidas en torno a unos objetivos claros y precisos, sino una oposición de individualidades con un montón de narcisismo, que siguen buscando un puesto, anhelando una silla, una cosa literal, una vaina material, que los ponga en una situación de beneficios y goce de privilegios, que siguen buscando notoriedad personal y económica mediante el acceso a un espacio (una curul) de autoridad, que lo que aspiran es seguir optando a ocupar un lugar vacío del que solo queda una cáscara, cual insecto comido por las hormigas. 

    La oposición, un bloque agrietado, está compuesta por un montón de individuos egoístas que buscan volver a tener la oportunidad de asumir nuevamente el poder, donde haya que agarrar y se cuente o se siga contando con esa impunidad con la que también cuenta el gobierno Venezolano. De nuevo, parece que lo que mas importa es lo actual, lo que brilla delante de nosotros y si en dicho "show" estoy bien apadrinado y puedo, incluso, conseguir asilo en algún lindo sitio del mar Mediterráneo y convertirme en héroe de la resistencia, asesor o CEO, pues nada te abre mas las puertas del mundo occidental hoy día que ser antimadurista, pues mucho mejor.

    La oposición no es pues, a mi humilde juicio, tan astuta ni perspicaz, y no se le debe reconocer esa cualidad en el ejercicio de su rol como tampoco al gobierno Venezolano en el ejercicio del poder. 

    Nunca ha existido un centro, un objetivo claro, una ideología, ni del gobierno ni de la oposición, sino no pudiesen mutar lo que son y en que ideas descansan, no pudieran cambiar de líder opositor cada luna llena si tuvieran un centro, un objetivo claro, una ideología, y la comunidad internacional nos podrá intentar confundir con el cuento de las alianzas, con que Washington apadrine vuelos de opositores Venezolanos, o que Xi Jinping reciba a Maduro con bombos y platillos, pero ni el gobierno es brillante y digno de recibimiento, ni la oposición digna de apadrinamiento bajo la casa blanca, y es que Venezuela es una tierra de tal dimensión global, que así la dirija un mono en una mata, así lo mas cercano a oposición que haya sean sanguijuelas, al mundo le toca ponerle alfombra roja, por todo lo que implica este país en el ámbito de las relaciones diplomáticas, las relaciones geopolíticas y el poder económico que le ofrece su suelo y que le da el puesto que ostenta en el mundo.


III. Dignificar el país.


    Mientras tanto, millones de personas que no celebran la Navidad juntos, millones de ellas que no pueden gozar de sus playas, que no pueden recorrer su país, que no pueden volver a vivir ni experimentar ese sentimiento de pertenencia que jamas te da ningún lugar en el extranjero.

    Miles de personas dentro del país que no están viviendo bien, que les llega el agua un martes si y un martes no, que se le va de repente la electricidad en su casa, o mas peligroso aun, en una clínica privada o en un centro de salud público. Gente que tiene que salir corriendo a ver qué pariente les consigue una medicina en otro estado del país porque en la capital no se consigue y seguramente, si se logra obtener, es a sobreprecio.  

    Miles de gentes cuyo auto cae en un hueco de una calle y pierden una llanta, no solo porque está ese hoyo en la vía, sino porque en horas nocturnas en esa vía no hay alumbrado público como si suele haberlo en cualquier vía pública de cualquiera otra ciudad del mundo, producto del buen servicio administrativo de cualquier gobierno medianamente bueno en la gestión pública.

    Se ha logrado todo lo contrario a dignificar el país, el suelo, la patria, la magnitud del peso de esa palabra y lo ligero que la pesan. Todo lo que pudiésemos estar ofreciendo al mundo, lo que podríamos estar contribuyendo con nuestro estado Amazonas o nuestro gigantesco estado Bolívar, laboratorios científicos “vivos” que podrían estarle aportando miles de cosas por conocer y descubrir al mundo de las ciencias, de la geología, o incluso, ayudando a un mayor entendimiento del fenómeno del cambio climático. Lo que pudiésemos estar generando con nuestros recursos hídricos como el Orinoco y el Caroní, con nuestras fértiles tierras, altamente productivas, millones de hectáreas, para que ni a un solo venezolano le falte, al menos, el sustento de vida diario. Nuestros Andes, inmensos, con sus frutos flores y su fauna, nuestra costa cacaotera, nuestro macizo Guayanés y su exuberante y hermoso reservorio de vida eterna para el planeta. 

    Todo lo que eso debería pesar en nuestro vocabulario, lo que podría estar logrando en el imaginario del mundo. Lo cierto es que han logrado hacer todo lo contrario a dignificar la patria y su suelo, todo eso se ha ido, no nos queda nada. Si antes algo de ese orgullo pudo al menos haber estado secuestrado un poco por lo mediático, porque Maite Delgado y Chiquinquira cantaban gaitas en la televisión a fin de año, o Simón Diaz promocionaba la leche que comprábamos al Central Madeirense, ahora no están en ningún lado, y entre su extinción, o que siguieran existiendo, al menos gracias a los medios, ustedes dirán qué es peor. 


IV. ¿Un mejor futuro?.


    Venezuela cuenta con muchas riquezas, eso es notorio y público, pero no podrá llegar a contar con al estabilidad que necesita si nos sentamos solo a mirar. Somos gente muy furiosa, de estirpes guerreras, sí, y siempre dispuestas a pelear a brazo partido, pero a mirarnos bien hacia adentro, y desvestirnos, para poder lavarnos bien el peso de la ignorancia, eso es muy complicado, sin embargo por muy utópico que suene, e imposible que parezca, porque eso si suena más difícil, incluso, que ganar una elección, también necesitaremos un poco de eso si queremos una Venezuela con futuro.

    Contamos con una docena de dirigentes políticos todos queriendo ser presidente, cuando no estamos en una posición en la que podamos pensar en barajar opciones a ver qué me sirve, a ver qué marketing puedo llevarle a qué tipo de gente. 

    Venezuela no tiene tiempo para eso, no le sirve de nada un abanico político. Necesita una opción electoral y lamentablemente, aún proponiendo una elección primaria, que podría llevarnos hacia eso, todo se derrumba cuando hay quienes no les interesa participar pero, igual, se lanzan a la elección presidencial, o peor, estando inhabilitados políticamente, por quienes siguen con el balón en la cancha, se lanzan de candidatos, “a juro” y por que sí, una vez mas amenazando la posibilidad de elegir a alguien en uso de una unidad verdadera que pueda hacer que todos a través del voto cambiemos nuestra realidad, sin echar la esperanza a los dados, o peor, a mi estado de ánimo. Podemos discutir si las inhabilitaciones son justas desde el punto de vista moral, o ilegales desde el punto de vista jurídico… pero en serio, ¿Que gano lanzándome como candidato cuando quien maneja las instituciones no me va a reconocer?, quitándole posibilidades a la gente, y quitándole espacio a cualquier otro Venezolano capaz, que bien pudiese garantizar que yo me lance como candidato en un futuro ya democrático, y allí entra en juego el tema de la astucia, que implica pensar y aprender a actuar a la oscuridad de la noche y saber escabullirte. Si no puedes pasarte al otro lado del patio a medio día porque te ven y te apresan, tu hazlo a media noche y en silencio.

    A mí me duele Venezuela, me duele tanto que entre más pasan los años, más quiero hablar y levantar conciencia, sin embargo, mientras más siento esa necesidad, también siento que toda mi gente está cada vez más callada y más ausente, y más dolida, porque por supuesto que primero es dolor… pero después eso se va convirtiendo en simple abandono, igual y por sus mismas posibilidades de cambio y de futuro, pero abandono. Y siento que me voy quedando solo, temo quedarme completamente solo, que esto se quede en subir una foto linda de la Bahía de Cata, un video espectacular en Morrocoy -porque si algo tiene Venezuela es paisaje-, y en que la gente se ufane en decir que ahora las cosas no son tan peligrosas como antes, que las carreteras están muy bien, y comparta un dron con mi playa azul y diga que está pensando en su país. ¿Qué tiempos estamos viviendo? ahora el déficit que mas tenemos es el de compromiso, porque veo mas ideales que planes, más oportunidad de brillo personal que urgencia colectiva de cambios oportunos, aquí y ahora. Porque no, no necesito irme a montar un negocio, o vivir con 30 dólares de salario para hacer algo por mi país… cuando lo más cercano a lo pasivo, lo más sencillo, como inscribirme para votar, no lo hago. Además no hacerlo como si eso constituyera mayor racionalidad, mayor inteligencia, porque el que vota no tiene neuronas y está de acuerdo con el presidente. Lo normal en el Venezolano que siempre ha sido violento contra lo sensato. 

    Todas las cosas que han podido salir mal, han salido. Mal gobierno, de abandono y permisividad. Mala oposición, buscando una silla, no sabiendo cómo hacer un trabajo político porque no les interesa hacerlo y malos ciudadanos que tiraron la toalla con dos elecciones, 2013 y 2015. Ahí se acabó todo para mucha gente… cuando si miráramos un poco hacia afuera, veríamos lecciones de lucha y compromiso en otros países alrededor nuestro, que pudiésemos estar intentando replicar, en materia de perseverancia política y de lucha social. Aprenderíamos que la lucha también necesita civismo y paciencia para triunfar, y que requiere de liderazgo honesto serio y responsable, sí, pero que perder una elección no se puede traducir en falta de honestidad, ni que un mal trabajo político, o al final del día, una torpeza política, pueda traducirse en llana victimización.

    Y además nos come la especulación, como en ningún otro lugar del mundo pues parece que si hay algo a lo que le huye el Venezolano es a la necesidad de los datos, aun cuando todo lo que circula difícilmente puede ser comprobado. Todo; desde que tenemos un gobierno “narco-terrorista”, que no se explica en un país donde ni siquiera nos matan candidatos, ni cuelgan cabezas en plazas publicas… hasta que tal o cual opositor dispuesto a ir a una elección presidencial está automáticamente “vendido”, sin que ni una sola vez hayamos visto un recibo o una transacción o un maletín. En Venezuela no necesitamos medios mintiéndonos o fabricando información, pues cualquier cosa que suena medianamente cierta o parezca obvia puede, instantáneamente, serlo. Es peligroso, creo yo, y es gran parte del problema.


V. El primer voto.


    En esta silueta tenue que es ahora nuestra historia, hay quienes dicen que la culpa de todo esto es de los primeros que votaron por Chávez. 

        Como suelo discrepar con muchas personas de mi país, para mí el que votó por Chávez aquella primera vez fue el votante más sobrio. Prueba irrefutable de su importancia es el efecto dominó, histórico, que se desencadenó en la región, en donde un montón de pueblos se sacudieron a la entrada de un siglo, donde como continente volteamos un segundo a preguntarnos si los Norteamericanos no nos habían hecho ya suficiente daño en complicidad con muchos de nuestros lideres. Venezuela fue el primer país en reflexionar esto, con esos votantes, que buscaban un cambio verdadero, un cambio de paradigma. Un sentimiento además que fue completamente global, que el mundo vio con asombro y nos reconoció valientes y afortunados.

    Cuando tenía creo unos 12 años de edad, Chávez visitó mi ciudad Bolívar, un evento al que acudió una impresionante y multitudinaria concentración de gente. Lo recuerdo vivamente, como fotografía análoga, con una marea roja en las calles. Había que desviarse en muchos puntos de la ciudad, porque no había manera de que entraran vehículos a las calles y recuerdo con exactitud esa algarabía, esa esperanza en el espíritu popular y no lo juzgo, no lo puedo juzgar, porque era la esperanza de un país más inclusivo, más equilibrado, más justo… y sobre todo, mejor administrado. El primer voto a Chávez presagiaba un mundo que se venía, un mundo en donde se iba a cuestionar la lealtad hacia los Estados Unidos de América en muchos países del mundo, un mundo que intentaría balancear la unipolaridad. 

    Vale la pena, creo yo, reflexionar en que no hay que burlarse del primer voto por Chávez, no señor, habría que hasta sentirse orgulloso de qué Venezuela pudo ponerse a la altura de dar esa vuelta de timón. Chávez, la persona, pudo haber sido lo que fuera, pudo habernos dejado ciertamente un “lo que sea” político, pero el primer votante, ese ciudadano Venezolano que así pensó y actuó, debería hacernos ver que precisamente esto es lo que necesitamos hacer otra vez, salir por alguien, por uno, salir y votar, y darle otra vez la cara al siglo. Decirle que lo hemos entendido todo, vimos la derecha, vimos la izquierda, y la discusión tiene que, ahora, ir mucho más allá de eso. Hay que intentar lograr de nuevo volver a ese voto histórico. El primer voto.

    Para esto ya hay que ir más allá y hay que saber nombrar al enemigo pues si este gobierno solo es malo porque es una dictadura a quien lo reemplace vamos a permitirle cualquier cosa con tal que no lo sea. Se debe acabar, y espero que lo haga ya hasta por un relevo generacional, se debe acabar, el aceptar que estamos mal solamente porque vivimos en dictadura, sin reparar en todo aquello que debemos cambiar. Se debe acabar la deducción de cosas, las afirmaciones severas, solo por especulación en cadenas de WhatsApp o en lo que le pareció más lógico a la muchacha que me hace las uñas. La aceptación de hipótesis e ideas sin sustento alguno, se debe acabar. 

    Debemos dejar de escupir en nuestra historia, y aceptar que Hugo Chávez es parte de la misma. Aceptar que su ascenso fue una respuesta a algo que ya para entonces necesitábamos enmendar con urgencia. Que ni tu eres y no necesitas ser ‘Chavista’ ni yo ‘anti chavista’, sino Venezolano. Debemos superar la desidia, dejar de pensar que nos roban elecciones en el conteo, porque es lo único que conocemos y nos interesa conocer, cuando el robo nos lo hacen todos los días en la cara con todas estas otras cosas antes mencionadas. La compra de votos en Venezuela, la literal compra, la que se hace con promesas, materiales o de poder, o incluso, con dinero en efectivo, simplemente es mas fuerte porque la especulación, el desconocer nuestra historia y el desdén electoral, son todas cosas que simplemente debilitan mi fuerza popular para cambiar el rumbo. La opción electoral, arruinada o no por la oposición, o arruinada o no por el gobierno, con todas sus tretas y mañas, es nuestro último derecho y nuestra única y tangible conexión con el país. 
















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