Cual cuadro de Dalí.

Hoy me siento como un viejo recuerdo, como alguien de siglos atrás que escribía una carta con tinta y pluma en papel amarillento tras una vela que lo iluminaba... me siento como algo lejano a ustedes, como algo mustio. Quiero uno de esos abrazos de a tres, de los que no se rompen, los que no se sienten incómodos... los quiero a ustedes aquí. A quienes les debo mi vida, a quienes les debo todo... ¿Como devolver algo tan enorme? tan sin nombre, tan sin tiempo ni espacio... ¿Como les retribuyo cada salto al abismo que han dado por mí? ...Papá, mamá; no estoy seguro que quiero escribirles esta noche, pero los extraño a cada segundo y momento de mi vida... quiero que sean felices en todo momento y quiero ser culpable de esa felicidad. 
Mis padres son dos grandes rocas que se yerguen del suelo en medio de ariscas llanuras, dos pilares sosteniendo la vida de un niño que ha vivido muchos años, pero no ha crecido nunca... amaneceres infinitos donde el cielo naranjado dura para siempre, donde las nubes son de azúcar y el viento de hojuelas de maíz. Versos con piernas y brazos que se pasean por ahí, temperaturas irresistibles, flores alimentadas con el oxigeno perfecto para un tamaño único... los padres son un tren en constante andar, y un hijo es el mayor de sus motores. Yo extraño esta noche a los míos como nunca pensé extrañarlos, porque son mis padres... porque no puedo mentirle a mi cuerpo, que sabe que los únicos y verdaderos abrazos sentidos me los han dado ellos, porque no puedo mentirle a mis ojos que saben que los rostros más bellos que han visto son los de ellos... porque han nadado mares, escalado montañas y soportado desiertos por mí, porque me han hecho el hombre que soy, este que llora por ellos. Esos dos seres que me esperaron con ansias 9 meses son los que saben que decirme, como me siento y los que saben abrazarme tocando esos exactos puntos del cuerpo que solo ellos tocan. Mis padres son constantes, duraderos y firmes... son el viaje mas maravilloso de mi vida, sin puestos inmigración ni VISAS, son el mensaje perfecto que llega a mi puerta en una carta que al sacudir desprende azúcar, son viejos recuerdos que me golpean con sus bastones si empiezo a extrañarlos demasiado, son absolutamente todo lo que tengo, mi mejor historia, mi mejor dialecto. Son mi tiempo y mi memoria y yo estoy patentado por ellos. Mis padres son en escencia un cuarto al puro estilo Dalí con las pumalacas que nunca crecieron en el árbol del jardín, un cuarto lleno de fotografías, llantos, sonrisas voladoras, cuadros con pinturas que se derraman, canciones de Bocelli, de Ilan Chester, chistes, anécdotas marabinas, discusiones, regaños, arbolitos de Navidad de plástico y mucha luz. Son cada parte de mí, cada dedo que me hace escribir... les pertenezco y nada cambiará eso, aunque viva en Malasia, en Nepal o Japón... mis padres son mi historia, mi ciudad y mi meta añorada.  
Gracias a ellos estoy aquí en el mundo compartiendo y viviendo la vida que amo vivir, conociendo a la gente que conozco, hablando con quien hablo, riendo con quien río... gracias a ellos escribo, me baño con agua fresca, conozco el mar, el aire, el amor. Son garante de libertad... y los amo cual cuadro de Dalí; sin origen, sin final y sin explicación alguna.
David Jesús.

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