La fiesta de los amigos.

Hay cosas en esta vida que definitivamente no podemos comprar, hay verdades o mentiras que no podemos comprobar, medidas que no podemos tomar, sabores que no podemos probar, bellezas que no podemos mirar... hay cosas en la vida que simplemente nunca están a nuestro alcance, incluso hay amigos, de los que nunca sabemos cuan importantes somos para ellos. Quizá caminar por una calle una noche oscura te produzca terror, o ir a la playa te produzca alegría, son cosas que sabes que viven dentro de ti, sabes que las experimentas en ese momento, pero estar al lado de un amigo y saber que te ama cien por ciento, eso nunca podrás realmente saberlo. Hace mucho tiempo que pensé que el amigo era aquel personaje único y especial al cual toda una vida uno debía prestar atención y mantener como si se tratara de un oro invaluable, de pronto quizá por las vivencias, por las distancias y el tiempo que transcurre dejé de pensar que es así, porque me di cuenta que nunca es realmente necesario hacerlo, me di cuenta que aquellas 35 personas que consideras amigos de verdad van abandonando las sillas donde las sentaste, y se convierten en 20, y de 20 en 15 y de 15 en 10, 5, quizá 2... y lo mejor de todo es que no duele. Honestamente el sol siempre saldrá por el este y se esconderá por el oeste, Caracas siempre tendrá el tráfico de siempre, Ciudad Bolívar esa misma soledad de gente, cuando llueva todo se mojará, cuando tiemble todo se moverá, cuando haya mucho viendo todo volará... pero sé y siempre sabré que a pesar de todo, siempre vas a estar en esa silla donde te senté cuando decidimos entrar a esta fiesta de los amigos.

David Jesús Gradi.

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